Costa Rica, Cartago, julio 2010.- El fenómeno ha sido constante. Desde que Don Bosco ingresó a San José, primero, y a Cartago, después, ha sido tal su magnetismo que la gente ha respondido de manera totalmente inesperada.
Ayer los diversos ambientes destinados a la veneración de las reliquias de Don Bosco se vieron desbordados por la enorme cantidad de fieles. Hoy no solo se repitió el fenómeno sino que aumentó.
La urna fue despedida de CEDES por la mañana y ya la gente se apretujaba para decirle adiós. En la sede provincial de las Hijas de María Auxiliadora, en Curridabat, la urna hizo una breve parada que facilitó el homenaje de sus hijas al Santo Fundador de su congregación.
En Cartago la urna era esperada en la Parroquia María Auxiliadora, lugar histórico para los salesianos, ya que exactamente allí comenzó hace más de un siglo la obra salesiana en Costa Rica.
De esa primera obra solo se conserva la actual iglesia, que está en proceso de remodelación como reliquia histórica de la ciudad.
El párroco dio la bienvenida al Santo y dirigió una oración comunitaria. Allí esperaban a Don Bosco varios grupos escolares de la ciudad. Otros más lo esperaban en su trayecto hacia la Basílica de Nuestra Señora de los Angeles, patrona de Costa Rica.
La segunda parada tuvo lugar frente a la municipalidad de Cartago. El alcalde de la ciudad Roberto Rodríguez dio la bienvenida a Don Bosco como visitante distinguido y recordó el influjo de los salesianos en la historia de la ciudad.
El P. Luis Corral, inspector, el P. Carlos Chiu, representante de los salesianos en Costa Rica, y el P. Eduardo Castro, director del Centro Domingo Savio, firmaron el libro de honor de la ciudad.
Conforme el desfile continuaba, la multitud crecía. Mucho antes de que la urna llegara a la Basílica, esta se hallaba abarrotada de fieles. Fue tarea difícil dar paso a la urna hasta su sitio de honor. Fue aún más difícil convencer a la gente que esperase, pues todos querían tocarla. Primero debía celebrarse la eucaristía, después vendría la veneración individual de Don Bosco.
La celebración eucarística fue presidida por mons. Victorino Girardi, obispo de Tilarán. Con sencillez de pastor piadoso, supo combinar familiaridad con solemnidad. Su lenguaje jovial y sincero cautivaba a los fieles. Manifestó ser exalumno de las Hijas de María Auxiliadora, ya que proviene de Mornese, pequeño pueblo al norte de Italia donde tuvo origen esa congregación salesiana. De allí que conozca a profundidad la vida y espiritualidad de Don Bosco. Insistió en que la santidad se transmite por contagio. Don Bosco convivió con santos, y alrededor suyo surgieron santos.
Un coro polifónico ejecutó una misa en latín añadiendo cantos salesianos. Varios sacerdotes y seminaristas de la diócesis se sumaron a los presbíteros salesianos en la concelebración eucarística.
Terminada la misa, se abrió paso a la veneración individual de las reliquias de Don Bosco. La larga fila de devotos se extendía hasta fuera de la basílica.
A las dos de la tarde la urna se trasladaba al Centro Domingo Savio, donde sería visitada y celebrada por los devotos cartagineses.
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